A los 19 años se fue a Argentina desde su Zas natal y allá dirige una asociación que cuenta con unos 300 integrantes.
El caso de Manuel Busto Moreira (Romelle-Zas, 1937) es el de tantos gallegos que un día hicieron las maletas y se marcharon a probar suerte en Argentina. Hijo de agricultores,
asegura que ni recuerda cuando empezó a trabajar. «Cuando me di cuenta, ya lo estaba haciendo», dice. Todavía no hace mucho un hermano le dijo que aun no sabía por qué se había ido. Tampoco lo tiene muy claro. Cosas de relaciones personales. Un buen día, con una formación más bien escasa, hizo la maleta, se subió a bordo de un barco y partió a Buenos Aires, donde ya tenía familia.
Manuel Busto Moreira, ayer frente al Concello de Zas |
-¿Cómo fueron los inicios?
-Yo no sabía a lo que iba ni qué iba a hacer, me fui con una preparación precaria, como el 80% de los emigrantes. Después de tres meses en Buenos Aires pensaba en Romelle y me entraban ganas de volver. Pero el gallego, yo no se si por cobardía o por orgullo, no quiere volver fracasado.
-Así que perseveró.
-Eso me hizo quedarme. Y para mí era como un juguete ponerse a trabajar de camarero. Te pagaban y comías y bien. Después te casas, compras un negocio, y cuando te das cuenta has logrado aquello que pretendías.
-¿A qué se dedicó?
-Empecé a trabajar en un bar con mi hermano. Estuve cuatro años con él. Después me compré mi primer negocio y me casé. Todo con 24 años.
-¿Con una mujer bonaerense?
-No, de aquí al lado, de Gándara.
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